Imagen de La Dama de Elche. Estatua de procedencia Íbera en la que se ensalza a una mujer por su valentía.
Y es que, como muy bien dice el refrán:
"la naturaleza es sabia". En este caso refiriéndonos a las bacterias,
es obvio que, a pesar de no tener un cerebro, actúan, desde mi punto de vista,
de una forma muy inteligente. Podría decirse que muestran mayor
"astucia" que nosotros, los reyes de la inteligencia en el mundo
animal de nuestro planeta.
Se cree que el individuo
humano puede valerse y ha de valerse por sí mismo. Se cree que hay que educar a
las personas para que sean autosuficientes y comprueben que ellos solos pueden
llegar hasta donde se propongan. Sinceramente, esto me parece una gigantesca
mentira. Nadie puede llegar a nada sin los demás, el mero hecho de vivir
precisa de dos personas que nos den esa vida, nos cuiden y alimenten durante
los primeros años de existencia. Posteriormente necesitamos continuamente de la
presencia de personas en nuestro entorno que nos ayuden a sentirnos bien con
nosotros mismos. Es una enorme falsedad el hecho de que la fuerza resida en la
autonomía para salvarse o beneficiarse a uno mismo. Semejante persona que se
crea que la fuerza de un ser reside en eso ha de saber que a ese ser concreto
solo se le puede calificar como: egoísta. La FUERZA real no reside en la
capacidad de ayudarse a uno mismo, sino en la de ayudar a los demás por encima
de nuestro propio beneficio (mentalidad heróica de los Celtas e Íberos). Es importante hacer conscientes a los
alumnos de que muchas personas han intervenido para que lleguen a ser lo que
son (sobre todo padres y maestros) para que en ellos fructifique la humildad
por encima de la soberbia, y aprendan a valorar a todo aquel que tengan cerca.
Es importante que asimilen esta verdad para que, al mismo tiempo, tengan presente
que el resto de personas precisan de los demás, al igual que ellos, y que esto
les mueva a ayudar a quienes se vean necesitados.
Hemos de hacerles ver la
existencia de una consciencia colectiva que nos conecta a todos con todos y nos
mueve a todos por igual hacia el bien. Hemos de mostrarles la realidad en su
conjunto, no la perspectiva egocéntrica del Yo, del Poder y del ser individual
que no necesita de nadie.
Hemos de enseñarles a trabajar
en cooperación con los demás, sacrificándose si es necesario para poder ayudar
a otras personas que se encuentren en verdaderas situaciones de dificultad. Han
de aprender a actuar así, no simplemente a sacar buenas notas. Han de aprender
a vivir dando un sentido a su vida marcados por el bien y la ayuda al prójimo.
Suena extremo, pero de forma
natural es lo más inteligente, no sólo para las bacterias, sino también para
nosotros. El ser humano tiende a la colaboración por naturaleza. El ser humano es
movido al bien por naturaleza. En eso debería centrarse la educación a nivel
mundial en cualquier etapa histórica.
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