martes, 12 de noviembre de 2019

Geolocuentos para aprender Geología

En la asignatura de Biología, Geología y su Didáctica, hemos tenido la oportunidad de realizar una práctica voluntaria sobre la elaboración de lo que hemos denominado como "geolocuento" con la finalidad de enseñar por medio de él conceptos referentes al área de geología en las aulas de E. Primaria.
Yo realiza dicha práctica y escribí el cuento que tengo a bien exponer en este blog como herramienta que considero de utilidad para trabajar los Tsunamis en aulas de primaria y al mismo tiempo fomentar la lectura por gusto y placer en el alumnado:



DAMA OCÉANO QUIERE VOLAR
              Dama Océano yacía tumbada, como siempre, flotando y relajada, sobre las profundidades abisales, observando peces, cangrejos, tortugas, delfines… que siempre por allí nadaban gozando de su propia inmensidad.  A su vez, ella disfrutaba cuidando a estas criaturas, dándoles un hogar y cobijo, y contemplando sus rarezas, capacidades, rituales…hasta que un día, una preciosa gaviota perdida, cansada, y aturdida, se posó sobre Dama Océano, produciendo cosquillas en su falda e invitándola así a preguntarse: ¿qué criatura u objeto se atreve a rozar mi cuerpo sin haberlo yo autorizado?
              Tras esto se incorporó con bravura la Dama, y asombrada ahogó un chillido de furia al contemplar a semejante criatura, de mirada dulce, coqueta y plumaje suave de colores claros. Jamás hubo apreciado Dama Océano un animal como aquel en su cuerpo, con semejante belleza, semejante mirada, semejante cantar…
              La gaviota, asustada por la mirada de la expectante Dama Océano, extendió sus alas y comenzó a volar en dirección a un horizonte de infinito azul. Mientras ella emprendía su vuelo, la Dama removió en sí un suspiro de admiración, pues nunca contemplo un ser capaz de “nadar” en el aire, como aquella gaviota hacía con sus alas.
              En ese momento se le escapó un pensamiento: Lo intentaré -dijo- atravesaré el aire igual que ese animal, igual que los peces atraviesan mi inmensidad, lo haré sin duda-.
              Apreció entonces Dama Océano que Don Aire soplaba fuertes risas a modo de burla. Con crueldad éste exclamó: -¡No podrás, ni queriendo, atravesar mi inmensidad!¡Tu lugar no está en lo alto, jamás me podrás alcanzar!
              Enfurecida por su burla la Dama trató de saltar, lo intento ciento diez veces, pero… no lo pudo lograr. Frustrada y entristecida se hundió en la inmensidad, y rodeada de criaturas abisales comenzó a sollozar… - No podré tocar el aire, atravesar su inmensidad, mi lugar no está en lo alto… jamás le podré alcanzar…- De repente un gran temblor dispersó su tristeza, y un alarido quejumbroso percibió de Madre Tierra. Despertó así la señora que, con voz dulce y sonora, lanzó oraciones de consuelo desde lo profundo del suelo: -Sí podrás rozar el aire, y tocar su inmensidad, para algo soy tu madre, yo te he de ayudar- y así Tierra arrugó su corteza y la hizo sobre sí desplegar generando un alarido de fuerza que a Océano debía de impulsar. Y funcionó semejante invento y Dama Océano se empezó a elevar, surcando el aire embravecido con gran velocidad.
              Las gaviotas la seguían, y las criaturas del mar, Don Aire se enfurecía, empujándola a su pesar.
              Y así Dama Océano llegó a la costa, y a Madre Tierra pudo abrazar, susurrando entre la espuma:-lo imposible no es real-.

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